Tenía 10 minutos para deshojar la margarita. No le bastaban. Quitaba una hoja y aparecían seis. Era matemáticamente imposible que lo consiguiera. Tenía los dedos llenos de sabañones por el frío y la velocidad de regeneración era más rápida que sus movimientos. Con este panorama era demasiado difícil que encontrara a alguien que la quisiera. La margarita, una vez más, le complicaba la vida.
27 mar 2007
1 mar 2007
30 ene 2007
Recopilador de vidas
Se acostaba anhelando que llegara el momento en el que el camión de la basura irrumpiera su sueño. Olores putrefactos de vidas que abocaban sus desechos en los cubos que había al lado de sus casas, y que ahora llegaban a sus fosas al compás del comevidas. Con la luz apagada entreabría a tientas la cortina, mientras observaba incrédula el juego de luces que el gualda luminoso dibujaba sobre su cuerpo desnudo. Y esperaba paciente a que todo acabara. Y volvía a la cama sabiendo que sólo había una cosa capaz de hacerla sentir viva: el olor de la vida.
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