Se acostaba anhelando que llegara el momento en el que el camión de la basura irrumpiera su sueño. Olores putrefactos de vidas que abocaban sus desechos en los cubos que había al lado de sus casas, y que ahora llegaban a sus fosas al compás del comevidas. Con la luz apagada entreabría a tientas la cortina, mientras observaba incrédula el juego de luces que el gualda luminoso dibujaba sobre su cuerpo desnudo. Y esperaba paciente a que todo acabara. Y volvía a la cama sabiendo que sólo había una cosa capaz de hacerla sentir viva: el olor de la vida.
30 ene 2007
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1 comentario:
Me sorprende tu capacidad de síntesis, que conviertas cada momento cotidiano en una historia. "La llamaron mentirosa" y "30 de julio" me han dejado sin palabras. Deberías escribir más a menudo.
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